El día 20 de noviembre realizaremos una serie de movilizaciones, otra vez.
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Espero equivocarme pero no creo que sirva de mucho la protesta del #20N. Llámenme derrotista, pesimista o agorero, lo que prefieran.
Veo compañeros esforzándose, organizando diferentes actividades para señalar la situación tan compleja que se atisba en el horizonte pero son compañeros deslavazados. ¿No es hora de organizar un lobby en condiciones? ¿Tenemos miedo a la nombre, al concepto o a la imagen de lobby? ¿Puede ser peor la imagen de los abogados en el ciudadano por luchar por lo que está pasando en la Justicia? ¿Sabemos transmitir al ciudadano que va a suceder? y la pregunta fundamental ¿Quién nos puede o debe guiar en esta guerra, los Colegios, el CGAE o ambos? ¿Hemos salido tarde pensando que no nos iban a afectar las reformas?
Esta situación me recuerda a un poema de Martin Niemöller; poema que descubrí cuando empezó la crisis y que me parece, mutatis mutandi, un reflejo de la sociedad española en general, en la que me incluyo, y los abogados en particular.
«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a por mi,
no había nadie más que pudiera protestar«
No seamos los últimos en protestar porque no quedará nadie para ayudarnos, no pensemos que las demás actividades o profesiones no nos afectan, colaboremos con ellos.
Los recortes pueden ser necesarios, cierto; pero la improvisación y la chapuza de personas que no han tenido que estar trabajando en un Juzgado y están decidiendo el futuro de la Justicia no son necesarias.
EL BLOG DE CORTA Y PEGA DE LUIS ABELEDO 
Creo que en este marrón es posible que no se hayan dicho algunas cosas con suficiente claridad: que las tasas no son malas en sí como sistema sino con las cuantías y exenciones establecidas; que convertirlas en requisito de admisibilidad de la acción judicial gravada es necesariamente injusto si no se da alternativa alguna a abonar las mismas en otro momento que no sea el previo al entablamiento de la acción gravada; que debería insistirse en vincular normativamente la recaudación de las tasas al mejoramiento de la justicia, y no sólo la gratuita, del país; que no solo de personas físicas vive la insolvencia, que muchas sociedades no tienen un chavo para ir al juzgado; que no es justificable que la mayor entidad bancaria del país, pague el mismo importe de tasa que una sociedad limitada unipersonal en liquidación; que en la jurisdicción social se reclaman , y a veces se cobran y todo, indemnizaciones de más del quíntuple del SMI; que las tasas de los recursos de apelación estimados las tendría que abonar el ministerio de Justicia o S.sª de la instancia… Es más que nada por decir algo …
Es cierto lo que expones. Antes de la nefasta Ley ya existían tasas.
Las grandes empresas pagaban tasas y los particulares no. De hecho era obligatorio presentar el modelo para la admisión a trámite de la demanda. El gran problema de esta ley es el desequilibrio. No es justo que un banco te demande y pague una tasa que «desgrave» en su cuenta de resultados que un particular que demande al banco por las preferentes o cláusulas suelo y ni siquiera pueda deducirlo en IRPF.